Depresión

¿Qué es la depresión?

La depresión es un trastorno emocional que hace que cambie nuestra de pensar, sentir y de actuar. Tendemos a ver el lado negativo de las cosas, es como si lleváramos todo el tiempo unas gafas con cristales negros que hacen que veamos teñidos de pesimismo el presente, el futuro e ¡incluso el pasado!. Nos solemos sentir culpables, desesperanzados, desanimados, tristes, sin ánimo ni energía y nuestra autoestima también se resiente. Como consecuencia de nuestra forma de pensar y sentir, nuestra forma de actuar también cambia, vamos dejando de hacer poco a poco las actividades que nos gustaban, hasta dejar incluso de llevar a cabo obligaciones como ir a trabajar.

Síntomas:

  • Sensación de tristeza, vacío, llanto frecuente.
  • Disminución del interés o del placer experimentado en la realización de actividades.
  • Pérdida o aumento del apetito.
  • Insomnio o hipersomnia (exceso de sueño).
  • Cansancio o pérdida de energía.
  • Dificultad para concentrarse y tomar decisiones.
  • Agitación o enlentecimiento.
  • Sentimientos de culpa excesivos y/o inutilidad.
  • Irritabilidad.
  • Disminución del deseo sexual.

 

Para que se considere que una persona está deprimida tienen que existir algunos de estos síntomas durante un periodo de tiempo razonablemente largo. En ocasiones, las personas sufrimos “baches emocionales” por cambios que ocurren en nuestra vida y experimentamos algunos de los síntomas típicos de depresión, pero al poco tiempo nos adaptamos y volvemos a ser los que éramos. La recomendación es acudir a un profesional si en algún momento aparecen pensamientos de suicidio, si los síntomas afectan a tu vida personal, familiar o laboral o si al cabo de 2- 3 meses sigues con algunos de éstos síntomas.

Tratamiento

El tratamiento psicológico para la depresión que ha demostrado ser más eficaz es el Cognitivo-conductual (¿Qué es?). Por otro lado, en ocasiones los psiquiatras prescriben antidepresivos, en ese caso, lo ideal es que el tratamiento farmacológico se compagine con el psicológico. Como hemos visto, cuando la depresión se “apodera” de una persona, hace que cambie su forma de pensar y de sentir, y estos aspectos es imprescindible trabajarlos con terapia para la total recuperación de la persona.

Estadísticas

La depresión es el trastorno psicológico más frecuente. Alrededor del 10% de la población está o estará clínicamente deprimida. Afecta más a mujeres que a hombres, por cada hombre deprimido hay tres mujeres que lo están. Aunque la depresión puede aparecer a cualquier edad los periodos críticos son entre los 35 y los 45 años, y a partir de los 60 años de edad.

¿Por qué se produce?

Desde la perspectiva psicológica, la depresión aparece por lo que llamamos en psicología una “pérdida de reforzadores”, es decir, desaparecen de nuestra vida aspectos importantes o que nos hacen sentir bien. Ejemplos de pérdida de reforzadores son los siguientes: enfermedad o pérdida de seres queridos; ruptura o problemas de pareja; pérdida, cambios o problemas en el trabajo; problemas familiares; problemas económicos. Ante la pérdida aparece el dolor emocional y con él un cambio en nuestro ritmo de vida, se va dejando de hacer actividades, primero placenteras y después obligatorias (ej. trabajo), lo cual produce una pérdida secundaria de reforzadores y por lo cual, mayor malestar emocional. Esto es lo que llamamos el “círculo vicioso de la depresión”. Junto con el abandono de actividades aparecen pensamientos negativos sobre uno mismo, los demás y/o el mundo (“Todo lo hago mal; No le importo a nadie; Nadie me entiende; Soy un fracasado; El mundo no tiene sentido…”). Llegando a aparecer pensamientos de suicidio conforme la depresión va avanzando.

¿Por qué unas personas se deprimen y otras no?

Existen un serie de factores de protección de la depresión , que ayudan a una persona que ha sufrido una pérdida de reforzadores a recuperarse del dolor emocional, a adaptarse a la “pérdida” y por lo tanto, a que tenga menor probabilidad de comenzar con una depresión.

Algunos de estos factores son:

  • Estilo de vida. Aquellas personas que realizan más actividades agradables (cantidad y diversidad), son personas menos predispuestas a la depresión.
  • Estilo cognitivo. Se refiere a la “forma de pensar” de una persona. Desde que nacemos adquirimos creencias sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea, dependiendo del tipo de creencias que tenga una persona estará más o menos protegida ante la depresión. Ejemplos de creencias que favorecerían la depresión: “No soy una persona valiosa”; “Cometer errores es un síntoma de debilidad”…
  • Área social. Disponer de buenas habilidades sociales para relacionarse con los demás y de un entorno cálido en el que apoyarnos en los momentos difíciles, son elementos de disminuirían la probabilidad de tener una depresión.
  • Habilidades de Resolución de problemas. Si una persona cuenta con habilidades para evaluar el cambio que ha experimentado en su vida, considerar posibles soluciones y elegir la más adecuada según las circunstancias, nuevamente tendría menos probabilidades de que iniciar una depresión.
  • Biología. Hay personas que tienen una predisposición biológica ante la depresión, la cual consiste en que se reduce más rápido y en mayor cantidad la segregación de neurotransmisores, lo cual aceleraría el proceso depresivo.

 

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